Se subvenciona a CEDRO con dinero público para ayudarles a que ellos cobren dinero de las bibliotecas públicas

Este próximo martes día 10 de septiembre a las 13 horas se presentará en la Biblioteca Nacional de España la plataforma digital conlicencia.com

En el acto de presentación intervendrá -aparte de la Directora de la BNE y los representantes de CEDRO- nada menos que dos Secretarios de Estado: Víctor Calvo-Sotelo, Secretario de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información; y José María Lassalle, Secretario de Estado de Cultura.

Además del apoyo presencial, el Gobierno de España a través del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio subvenciona con dinero ese proyecto de plataforma digital. Con ese dinero público que no hay para nada y menos para la propia BNE donde se va a realizar la presentación. Para más inri también Europa -el Fondo Social Europeo– subvenciona a CEDRO y a conlicencia.com. Sí, esa Europa que no hace más que exigirnos recortes en bibliotecas y otros servicios públicos.

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La plataforma, tan generosamente subvencionada, trata de facilitar el pronto pago de las numerosas licencias solicitadas por CEDRO. O mejor dicho exigidas. En la web de la Entidad Privada CEDRO -privada, no lo olvidemos- se puede leer la última «hazaña» que han realizado: ‘La Universitat de Barcelona, condenada por no respetar los derechos de autor en su campus virtual. Es la segunda universidad condenada en España por este motivo.’ Una pésima noticia para unas universidades y bibliotecas universitarias que están pasando por unos momentos de auténtica asfixia económica. Además tienen que pagar licencias y multas a CEDRO.

Intentando resumir el absurdo:  pagamos dinero público para subvencionar a una entidad privada cuyo objetivo consiste en sacarle dinero a unas bibliotecas y demás instituciones públicas que cada vez reciben menos dinero público.

Una aclaración final: por supuesto que Bibliotecaria Sin Tijeras defiende el respeto a la ley y los derechos de autor están incluidos en la misma. Pero BST preferiría que esos derechos los gestionase un organismo público y no privado, que se utilizasen otros métodos y que se tuviese en cuenta la situación actual a la que se las ha llevado a las bibliotecas para relajara un poco la presión.

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